Investigación y avances en el tratamiento de la depresión

Investigación y avances en el tratamiento de la depresión

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Según la evidencia actual, es posible prevenir, detectar y tratar la depresión, lo que podría reducir sus impactos negativos tanto a corto como a largo plazo. No obstante, en el ámbito global, la principal dificultad para acceder a tratamientos adecuados y de calidad radica en la limitada disponibilidad de servicios de salud.1

Los problemas de salud mental son, sin duda, un área de las ciencias médicas —y las sociales también— que ha cobrado mucha relevancia en las últimas décadas, debido a que el número de personas que ha padecido, o padece, alguna enfermedad mental es cada vez mayor.2

La mayoría de los pacientes enfrentan dificultades para hallar el medicamento idóneo o la combinación de tratamientos para la depresión. No obstante, esta situación podría estar experimentando cambios a medida que más investigadores y profesionales médicos se muestran dispuestos a explorar opciones alternativas.3

Por ello, resulta prioritario investigar modelos que expliquen completamente la fisiopatología de la depresión a fin de desarrollar nuevos tratamientos.4 En ese sentido, en los últimos 5 a 10 años, se ha realizado una considerable cantidad de investigaciones al respecto,3 que a continuación se presenta de forma resumida.

En el ámbito global, la principal dificultad para acceder a tratamientos adecuados y de calidad para la depresión radica en la limitada disponibilidad de servicios de salud.

Panorama actual de la depresión

El trastorno depresivo mayor es uno de los trastornos mentales más incapacitantes.5 De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 280 millones de personas padecen depresión alrededor del mudo.4

De este modo, representa un problema de salud pública al ser el trastorno psiquiátrico más prevalente, siendo la tercera causa de morbilidad en el mundo.4 Tan solo en los Estados Unidos, cerca de 7.1% de la población de 18 años o más padece trastorno depresivo mayor.3

En el caso de América Latina, algunos estudios sugieren que 50% de las personas con depresión no reciben el tratamiento adecuado, siendo una de las principales causas la falta de diagnóstico.2

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, entre 2001 y 2022 9.2% de la población tuvo un trastorno depresivo en la vida y 4.8% en los doce meses previos.1

Por su parte, otro estudio mexicano, realizado entre 2002 y 2003, mostró una prevalencia de depresión de 4.5%, destacando el hecho de que 5.8% se registró en mujeres y 2.5% en hombres. En ese sentido, también existe una diferencia considerable en la detección de la depresión entre géneros:1

  • Hombres: 5.1%-5.5%.
  • Mujeres: 15.3%-15.4% (casi el triple vs. varones).

El tratamiento de un paciente con depresión inicia con el uso de inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS), que aumentan la disponibilidad de serotonina en el cerebro para regular el estado de ánimo y las emociones.3

En México, la detección de la depresión es tres veces mayor en comparación con la de los hombres.

Anteriormente, el tratamiento solía iniciarse con ISRS, no obstante, no son siempre eficaces: entre 60% y 70% de las personas tratadas por depresión no responden a un primer ISRS, y 30% de los que sí responden necesitan una combinación de medicamentos a largo plazo.3

Líneas de investigación

En las últimas décadas, el Instituto National Institute of Mental Health ha aumentado su financiamiento para nueva investigación sobre el tratamiento de la depresión.3 Algunos de los hallazgos más relevantes se describen a continuación.

Eje microbiota-intestino-cerebro

Estudios experimentales recientes han demostrado ampliamente los efectos del microbioma intestinal en órganos distales —como el cerebro— y su relación entre las enfermedades mentales.4,5

Cada vez más estudios preclínicos y clínicos han destacado que los cambios composicionales y funcionales en la microbiota intestinal —conocidos como disbiosis— están asociados con la aparición y progresión de la depresión mediante la regulación del eje intestino-cerebro.5

La disbiosis está implicada en la patogénesis de la depresión y, al mismo tiempo, ofrece una nueva diana terapéutica.5

La microbiota intestinal puede alterar el sistema nervioso central (SNC) mediante la síntesis de ciertos metabolitos, como:4

  • Ácidos grasos de cadena corta
  • Ácidos biliares
  • Lipopolisacáridos

Estos metabolitos pueden modular la secreción hormonal que altera las funciones cerebrales, lo que puede conducir al desarrollo de trastornos mentales, y afectar directamente al cerebro a través de la barrera hematoencefálica o interactuar indirectamente con los sistemas inmunológico, nervioso y endocrino del huésped.4

Por su parte, se ha identificado que las neuronas y otros componentes del SNC (como la microglía y los astrocitos) pueden producir citocinas, pero las citocinas secretadas periféricamente también pueden acceder al cerebro.4

Las citocinas son moléculas grandes, de unos 15-25 kDa, que no atraviesan la barrera hematoencefálica (BHE), por lo que se han descrito algunas hipótesis para explicar al menos cinco mecanismos:4

  1. El paso de citocinas a través de regiones permeables de la BHE, como los órganos circunventriculares o el plexo coroideo, se considera una vía humoral.
  2. Transporte activo a través de moléculas de transporte saturables mediante citoquinas específicas en el endotelio cerebral.
  3. Las señales de segundo mensajero del revestimiento endotelial.
  4. Las citocinas se unen a los receptores de citocinas en las fibras nerviosas aferentes periféricas, que a su vez transmiten señales a los núcleos del cerebro.
  5. Entrada de monocitos activados desde la periferia al cerebro.

El diagnóstico y la terapia para la depresión basados en la microbiota son las direcciones futuras de la investigación. Sin embargo, para hacer avanzar el campo, es necesario abordar muchos desafíos clave y algunas recomendaciones proporcionadas podrían ser útiles: explorando la relación causal entre el microbioma intestinal y la depresión, y elaborando el mecanismo patológico en el eje microbiota-intestino-cerebro e identificar las cepas clave.5

Se necesitan más estudios prospectivos para analizar la interacción entre el desarrollo de disbiosis y depresión, y las interacciones entre fármacos y microbiota, para descubrir las relaciones causales entre disbiosis, depresión y tratamiento.5

Cada vez más estudios destacan que la disbiosis intestinal está asociada con la aparición y progresión de la depresión mediante la regulación del eje intestino-cerebro.

Esketamina y estimulación magnética transcraneal

La Administración Federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó en 2019 un aerosol nasal para la depresión resistente al tratamiento. El principio activo es la esketamina, que actúa sobre el neurotransmisor glutamato, que posee un mecanismo de acción más rápido en comparación con los antidepresivos convencionales.3

También se ha observado que los agentes inmunosupresores disminuyen los síntomas depresivos. La base teórica sugiere que la depresión está vinculada a una respuesta inflamatoria de bajo nivel, y las citocinas, que son moléculas del sistema inmunitario que regulan la inflamación, podrían ser posibles blancos terapéuticos. Actualmente, se están llevando a cabo investigaciones al respecto.3

Por su lado, la estimulación magnética transcraneal ha ganado popularidad en la última década después de ser aprobada por los órganos reguladores de Estados Unidos. Este procedimiento no invasivo envía impulsos magnéticos sin dolor a las células nerviosas en áreas específicas del cerebro relacionadas con el control del estado de ánimo. Suele ser empleado cuando otros tratamientos resultan ineficaces.3

Opciones actuales de tratamiento

En 2016, la Red Canadiense de Tratamientos del Estado de Ánimo y la Ansiedad (CANMAT) —una organización científica y educativa sin fines de lucro— publicó una actualización de las directrices clínicas basadas en evidencia para el tratamiento de los trastornos depresivos.6

En estas guías se recomiendan los siguientes tratamientos farmacológicos como terapia de primera línea para el trastorno depresivo mayor, con base en la evidencia: agomelatina, bupropión, citalopram, desvenlafaxina, duloxetina, escitalopram, fluoxetina, fluvoxamina, mianserina, milnacipran, mirtazapina, paroxetina, sertralina, venlafaxina o vortioxetina.6

No obstante, los antidepresivos más nuevos con interacciones farmacológicas potenciales mínimas o bajas son citalopram, desvenlafaxina, escitalopram, mirtazapina y venlafaxina.6

Las guías de la CANMAT también señalan que existen muchas características clínicas y de la medicación que influyen en la elección de un antidepresivo de primera línea. En ese sentido, no hay valores absolutos y las diferencias relativas entre los medicamentos son pequeñas. Por tanto, seleccionar un antidepresivo implica una evaluación de las necesidades individualizadas de cada paciente.6

Referencias:

  1. Instituto Nacional de Salud Pública. Síntomas depresivos y atención a la depresión. INSP. [Internet]. 2023. [Consultado el 11 de enero de 2024]. Disponible en: http://www.insp.mx/avisos/sintomas-depresivos-y-atencion-a-la-depresion
  2. Pool-Cen J, Carlos-Martínez H, Hernández-Chan G, Sánchez-Siordia O. Detection of depression-related tweets in Mexico using crosslingual schemes and knowledge distillation. Healthcare (Basel) 2023;11(7):1057.
  3. Veciana-Suarez A. Tratamientos para la depresión: nueva investigación. Comunidad UHealth. [Internet]. 2021. [Consultado el 11 de enero de 2024]. Disponible en: http://news.umiamihealth.org/es/tratamientos-para-la-depresion-nueva-investigacion
  4. Reyes-Martínez S, Segura-Real L, Gómez-García AP, Tesoro-Cruz E, Constantino-Jonapa LA, Amedei A, et al. Neuroinflammation, microbiota-gut-brain axis, and depression: the vicious circle. J Integr Neurosci 2023;22(3):65.
  5. Liu L, Wang H, Chen X, Zhang Y, Zhang H, Xie P. Gut microbiota and its metabolites in depression: from pathogenesis to treatment. EBioMedicine 2023;90:104527.
  6. Kennedy SH, Lam RW, McIntyre RS, Tourjman SV, Bhat V, Blier P, et al; CANMAT Depression Work Group. Canadian Network for Mood and Anxiety Treatments (CANMAT) 2016 clinical guidelines for the management of adults with major depressive disorder: section 3. pharmacological treatments. Can J Psychiatry 2016;61(9):540-60.
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